lunes, 21 de septiembre de 2009

Paren el mundo, me quiero bajar.

La flotilla de adolescentes y jovenzuelos que habitan en y pululan entre los edificios de este entorno Miravallense, festejaron el cumpleaños de uno de ellos este pasado viernes.

La mayoría fueron rechazados de los escuelas preparatorias por falta de cupo.
Los padres y madres de todos, trabajan todo el día.
A los más afortunados, les dejan su comidilla en el refrigerador empleitado por falta de pago en Muebles América o en La Cigueña.
Otros tienen que llenar la tripa con su juguito y galletas conseguidos lavando coches, cortando el pasto, haciendo mandados.

El festejo fué aqui a un ladito de mi depa.
Fué prolongado (de cinco de la tarde a cinco de la mañana) y estruendoso (con sonido a todo volumen).

Bebieron, cantaron, bailaron, gritaron, maldijeron mentando madres a todo pulmón sin destinatario especificado, evidenciando una incipiente carga de rencor social.

Otro día, las buenas conciencias y guardianas de la moral se quejaban:

¿Oyó anoche el escándalo? ¡Ay no! No, no, no. Estos ya se pasan de la raya.
Hay que denunciarlos a la policía. Que se los lleven y los encierren.

Y me acordé de Sor Juana Inés de la Cruz cuando dice:

"Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone al coco
y luego le tiene miedo".

O mejor aún:

"¿Y para que os asustáis
de la culpa que tenéis?
Queredlos cual los hacéis
o hacedlos cual los queráis"


Don Isra...

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