sábado, 26 de junio de 2010

¡Mal rayo me parta!



Yo los procuraba pero ellos eran los que me encontraban.

Llegaba yo a un pueblo en comisión y después de la entrega de la oficina y de acomodarme en donde pudiera comer y dormir me dedicaba a recorrer el lugar y sus alrededores.

Cumplidos estos requisitos, a los dos o tres días, después de cerrar en la tarde-noche me apersonaba en una banca del jardín sentado con la pierna cruzada y la mirada nostalgica. Y no fallaba.

Ya se había corrido la noticia de que había un jefe nuevo en el Telégrafo y pasaba la gente muy saludadora.

Pero a los que yo procuraba y ellos me encontraban eran los viejitos. No dilataba mucho en llegar a mi banca alguno, cargándole a su bastón la mayor parte de sus ochenta y tantos años.

En El Limón fué Don Herminio. Llegó y se sentó en mi banca con un largo quejido y un: "Ay ay ay ya no puedo con mi centura".... y comenzó el interrogatorio ...
--¿Usté no es de por estos rumbos o si?

--No. Vengo por un tiempo nada más mientras Federico el del telégrafo sale de vacaciones.
--Ah..... Si, si conozco a Lico. Asi le decimos aqui. Es buena persona, nomás que le gusta mucho el mezcalito pero de ahi en más.....

--¿Y usted si es de aqui?
--¿Yo? si. Allá por la entrada todavía queda uno que otro adobe de la casa donde nací. La iglesia tampoco estaba asi, nomás tenía una torrecita cuando me bautizaron con el apelativo de Herminio. ¿ Y usté? digo si no le causa molestia....

--Para nada Don Herminio, mucho gusto. Me llamo Luis González.
--Luis...Luis...Yo tuve un pariente que así se llamaba, Luis. Dicen que lo mató Pedro Zamora ¿si ha oído de Pedro Zamora?
--Algo hé oído. ¿Era un revolucionario de por estos rumbos no?
--No, que revolucionario ni que nada. Era sinvergüenza y matón. Hacía corridas como de toros pero en lugar de animales se metía él con dos verduguillos, uno en cada mano como si fueran cuernos y pos el prisioneero que la hacía de torero no tenían escape, porque si brincaban la cerca de piedra lo balaceaban los otros. Así dicen que mató a ese pariente mío. La fuentecita ésa que está allá la mandó hacer el Pedro ese, que dizque como perdón por los desmanes que hacía ¿pasa usté a creerlo?.

--Se había de quedar aqui. Es un buen pueblo, se vive agusto. Yo nomás por esta dolencia de güesos que no admite remedio.

--¿Pues que le pasó Don Herminio?

--Me descuadrilé en una mala caída. Y mire, no ha quedado por falta de cuidado. Diario en las noches mi vieja me embija con untos y pomadas y nada; sigo desconcertado del cuadril.
Con decirle que hasta rayos equis me han puesto. Un hijo mío que vino del norte me llevó a Guadalajara y allá me pusieron como tres o cuatro de esos rayos y pos nada...¿Como vé?


Don Isra...

jueves, 24 de junio de 2010

Sapiencia médica...

Doña Emilia para la mayoría, era Emilita para nosotros. Eso nomás porque era comadre de mi madre. Ella y su hijo Juan José bautizaron al menor de mis hermanos.
Don Miguel su esposo, señor de mediana estatura bigotón y barrigoncito era el dueño de la tienda de la esquina. Tienda de pueblo donde se vendía de todo desde manteca untada en un papel hasta rejas para arado. Lo apodaban "El Charro" porque invariablemente usaba esta vestimenta, con pantalones ajustados rayados con franjas oscuras, con solapas a lo largo de la pierna y cerrados en el tobillo, cinturón muy grueso, botines de una pieza y chamarrita becerrera anudada por debajo de la panza. Cuando salía de su tienda se ponía su sombrero ancho.

Había en la misma cuadra una señorita ya grande que se dedicaba a coser ajeno. Se llamaba Lupita. Ella y Don Miguel deben haber sido muy viejos conocidos, porque cuando pasaba Don Miguel por la ventana donde estaba cosiendo Lupita con las antiparras a media nariz, la cinta métrica colgada en el cuello y sin dejar de pedalear su máquina, lo saludaba con un: "Adiós gallo de caramelo" y Don Miguel ladeando la cabeza y tocando la orilla del sombrerote le contestaba: "Adiós mariposa de hoja de lata"

Emilita era una mujer más bien bajita, rechonchita de trenza anudada como chongo en la nuca, con vestidos de falda y mangas largas casi siempre de telas brillosas pero en colores contrastantes como por ejemplo negro con flores color de rosa o azul marino con ramitas anaranjadas. Padecía de bocio. Sus orejas se unían a su cuello abultado sobre todo en la parte de la garganta. Era de Ahualulco, al otro lado del cerro en Ameca. Era fama que en Ahualulco mucha gente padecía de esto porque según eso al agua le faltaba yodo.

Con un calificativo cruel les decían "Los buchones de Ahualulco".

En una de sus pláticas con mi madre se quejaba Emilita: "No, y fíjese Toñita que me dijo el médico que esto tambien me puede afectar la Yugoeslavia".

Ya podía estar tranquila la yugular.


Don Isra...

sábado, 12 de junio de 2010

Animas que llegue el jueves...

Las tres veces que estuve en Tuxpan Jal., relevando al Administrador por vacaciones, fuí a comer con Don Tollino. Me recomendó el mensajero que se llamaba Mateo y era ferviente adorador de Baco.

Nomás la comida. El almuerzo lo hacía en el mercadito y en la noche con cualquier cosa, unos tamales, unas gorditas o hasta un puño de cacahuates me las arreglaba.

Era este Don Tollino un viejo de mas de setenta años . Se llamaba Victorino y según nos contaba había sido cocinero en un barco que zarpaba y atracaba en Veracruz en sus viajes quien sabe a donde y llevando y trayendo quien sabe que porque nunca nos lo dijo.

La comida era muy buena, abundante y barata. Su especialidad era la cuachala. Una especie de atole de frijoles con hebras de carne y algo de picante. Los jueves tocaba la cuachala.Ese día le vendía a todos los que quisieran. Era famosa la cuachala de Don Tollino.

Lo notable de este hombre era que había recogido de la calle a un pordiosero enfermo mayor que él y le tenía una habitación donde lo atendía de todo; comida, aseo, medicinas etc.

Yo nunca lo vi pero supe por los que si lo conocieron que era un viejo tullido a causa de la artritis y que se la pasaba tirado en unos cartones al pié de una barda cerca del mercado.

Don Tollino se refería a él como el señor.

Vaya pues mi recuerdo agradecido a Don Tollino por su cuachala y mi admiración por su generosidad para con el prójimo.


Don Isra...

viernes, 11 de junio de 2010

¿Sabe que? ¡No se deje!..........embaucar.

Yo ya me quité de eso.

Al principio me entusiasmé. ¡Hombre, que bien! Es una muy buena idea la de ofrecer estos espacios para que se den cuenta como pìensa y siente la gente. Hasta comenté algunas noticias y opiné en tres o cuatro ocasiones hasta que caí en la cuenta.
Me refiero a los comentarios a las noticias y a los foros de opinión de los periódicos.
Son puras válvulas de escape. No tienen ninguna repercusión.

Comentas la noticia ¿Y que? pues nada. El que sale ganando es el periodista o reportero porque según los comentarios que reciba su nota es el raiting que lo acredita, por eso escogen temas que causen polémica y dejan de lado lo verdaderamente trascendente.

En los foros está peor. Casi estoy seguro de que hay personajes encargados de desviar el objeto de la opinión, la denuncia o la queja.

Sale una colaboración denunciando que en tal calle no hay un servicio porque según el funcionario encargado no hay presupuesto, pero él tiene cuatro carros de lujo, tiene a sus familiares de aviadores en su dependencia, sus hijos estudiando en el extranjero y casi no asiste a su oficina a trabajar.

Luego, luego sale un defensor argumentando que hay que fijarse en lo positivo que nada se gana quejandose y que si todos hicieramos un esfuerzo bla bla bla...

Interviene un tercero recriminando a ambos y luego otro apoyando a cualquiera y al rato es una cena de negros con insultos, mentadas y retos y ya ni quien se acuerde del tema inicial.

Y es lo mismo en la radio y en la televisión con los programas de denuncia, de lo que se trata es de sacarle presión a la olla.


Don Isra...