jueves, 22 de octubre de 2009

Macho municipal metrosexual.

Andándome yo paseando por los rumbos de San Juan de Dios, dí con una peluquería de las de antes. No, no es Salón de belleza ni Estética unisex. Es peluquería con sus sillones cómodos, con su correspondiente correa para afilar la navaja de hoja libre, su estramancia esa donde a base de vapor calientan las toallas que habrán de poner en la cara de los que soliciten afeitarse, sus espejos grandes con algunas manchas que uno pensaria que son de keratina como las de mis manos viejas, su giratorio y multicolor anuncio cilíndrico afuera y con dos maestros peluqueros calvos como debe ser, con su filipina, camisa blanca y corbata oscura.

Los últimos tres cortes de pelo me los he hecho yo mismo únicamente con unas tijeras.
En el primero fué una especie de lucha contorsionista entre las tijeras y mi cabeza. No se ponían de acuerdo. Si giraba yo la mano a la derecha mi cabeza lo hacía al contrario y eran tijeretazos por aqui y por allá. Unos encontraban su objetivo y otros iban al aire.
Si me hubieran visto en mi pueblo sin duda me hubieran espetado: ¡Uh vale! quedates como el macho municipal. Esto porque el mulo que arrastraba el carretón de la basura siempre traía las crines como que había sido víctima de las hormigas arrieras.

Pues bien díjeme, vamos a poner un poco de orden en esta cada vez mas rala pelambre.
Pase por aqui caballero. Aqui por favor ¿Como va usted a querer su corte?
Cortito maestro, cortito. Lo más corto que se pueda sin llegar al rape.
Perfecto --dijo el fígaro-- vamos a ver.......
Y comenzó. Maquinita por aqui, tijeras por alla, navaja por acullá, discreta rociada de alcohol y talco en el cuello y.....¡Servido caballero!
Me miré al espejo y para que es más que la verdad ¡Me gusté!.

Muy bien maestro, muchas gracias. Aqui tiene, puede usted quedarse con el cambio.
Muy amable caballero, vuelva pronto, estamos para servirle.

Llegué a mi departamento de muy buen ánimo, sintiendo en mi despejada cabeza el fresco vientecillo del otoño

Para confirmar mi nueva agradable presencia, fuí otra vez al espejo y....

¡Jesús, María y José! ¿Que es esto?

¡Tengo una oreja más grande que la otra¡


Don Isra...

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